Susana Martínez-Conde: "Estudio los trucos de los magos porque manipulan la consciencia"

22.10.2009 13:01

Esta neuróloga gallega, que dirige el Laboratorio de Neurociencia Visual del Instituto Neurológico Barrows, en Phoenix (Arizona), investiga la relación entre las experiencias visuales y las bases de la consciencia. Para ello, ha recurrido a la ayuda de magos e ilusionistas

Buena parte del trabajo de un mago depende de su capacidad para canalizar la atención de los espectadores. De hecho, según la coruñesa Susana Martínez-Conde, algunos de sus trucos pueden aportar pistas sobre la forma en que nuestro cerebro procesa la información visual y construye la experiencia subjetiva que nosotros consideramos la realidad. Para demostrarlo, ha trabajado con algunos de los prestidigitadores más famosos del mundo, como Raymond Teller, Mac King, James Randi –un declarado escéptico en torno a todo lo que tenga que ver con lo paranormal– o Apollo Robbins, conocido por haber convertido el robo de carteras en un auténtico arte. Todos ellos son consumados maestros en el uso de
ilusiones ópticas, visuales y también cognitivas, que son las que más interesan a esta neuróloga. 

–¿Qué relación tienen la magia y la ciencia?
–Yo estudio los
trucos de los magos porque manipulan la consciencia. Los magos son unos extraordinarios manipuladores y analizar las ilusiones que utilizan en sus espectáculos es, en el fondo, una manera de investigar el funcionamiento íntimo de nuestro cerebro. De hecho, tienen bastante que enseñarnos sobre cómo alterar los niveles de atención. A partir de sus experiencias, podemos diseñar en el laboratorio experimentos más sólidos que nos den una idea del comportamiento de los circuitos neuronales implicados en la construcción de nuestra propia versión de la realidad. 


–¿Y qué esperan conseguir con estos nuevos estudios?
–La idea es descubrir cómo construye la visión un cerebro normal. De momento, tenemos unos cuantos principios que nos permitirán desarrollar herramientas de diagnóstico, especialmente a partir del movimiento ocular. Entre sus aplicaciones clínicas se encuentra el tratamiento de los trastornos de la atención y la mejora de la neurorrehabilitación durante algunas enfermedades degenerativas. Por otro lado, me interesaría especialmente aplicar nuestros hallazgos en la educación. Conocer las claves de la atención sería una gran herramienta para los profesores. En el día a día, escogemos en cada momento hacia dónde la dirigimos, así que, de alguna manera, es el auténtico faro que nos guía.

 

–Así que podemos decir que la relación causa-efecto es la que produce esa sorpresa final en la magia...
–Claro; generalmente los trucos buscan romper la relación normal causa-efecto. La varita es imprescindible para ello. Por ejemplo, si el mago toca una pelota con ella y esta desaparece, nos da la sensación de que la causa del milagro es la
varita, cuando en realidad se trata de otro mecanismo. El auténtico arte del mago consiste en hacer creer que hay una verdadera correlación entre la varita y la desaparición. Y para ello tiene muchos recursos. 

–El humor es una técnica habitual...
–Así es. No sólo es un modo de hacer el espectáculo más entretenido, sino que se usa como una herramienta para redirigir la atención del público. Johnny Thompson, uno de nuestros magos colaboradores, nos ha comentado que mientras la gente ríe es como si el tiempo se parase. En ese momento podría hacer lo que quisiera sin que nadie se diese cuenta. 

–Lo que está descartado es que existan magos con poderes sobrenaturales.
–Lo que existen son magos con habilidades. Son portadores de una de las formas de arte más antiguas que se conocen. Hay quien piensa que muchas de sus técnicas ya se practicaban en el
Antiguo Egipto. El caso es que se desarrollaron mucho en la Edad Media, lo que atrajo la atención de la Inquisición. El miedo a ser ejecutados llevó a algunos ilusionistas a explicar cómo hacían sus trucos, y alegaban que no hacía falta ninguna influencia del Diablo ni de otra fuerza sobrenatural para poder realizarlos. 

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