Instantes

Ayer, una niña se me acerca en mi trabajo y me muestra su brazo. “Mirá Maxi, me sacaron sangre hoy”. Yo le pregunto por qué. “Porque se me cae un poco el pelo, entonces me tienen que hacer unos estudios”. No se la notaba angustiada, tampoco triste. Me lo decía como quien hace una actividad nueva o fuera de su rutina diaria. Después de eso, la vi corriendo por el patio de la escuela, jugando, divirtiéndose. Y escuchaba su risa por todo el lugar. No le preocupaba en ese momento lo que me había contado. Jugando era feliz. Con sus amigos y compañeros.

A veces me pregunto sobre lo que más nos “toma” (nos aprisiona, nos invade) a nosotros los adultos. Cuando algo nos rompe nuestros esquemas y nos saca de nuestra cotidianeidad pareciera que se nos viene el mundo abajo, o que la presión de lo que nos depararía el futuro nos aturde. ¡Cuánto nos cuesta vivir cada momento sin hacer suposiciones sobre lo que va a venir! Y más nos cuesta pensar en que lo que viene va a ser bueno para nosotros.

Ayer miraba a esta niña, corriendo divertida junto a sus amigas, creyendo en lo que hacía en ese momento: disfrutar de un momento maravilloso y único de juego. Ese instante era más real que cualquier suposición que haya podido hacer. Y pensaba que ojalá todos sus estudios le den bien, pero mi mayor deseo era que nunca pierda esa capacidad para degustar cada instante presente junto a los que la quieren.

Maxi

01/07/10