Compartiendo frases

10.02.2010 00:09

10/2/10

Paseando por mi biblioteca, viendo qué libro leer, me topé con uno de Francoise Dolto: "La causa de los niños". Me dí cuenta de que aún no lo había terminado, así que lo retiré de mi estantería y me acomodé para seguir la lectura donde la había dejado la última vez. Fue ahí que me encontré con este parrafo que me gustaría compartir con ustedes. No solo por su fuerza, sino por el respeto que tiene por los niños.

Si los seres humanos fueran realmente capaces de un respeto total por el más pequeño de ellos -y el mensaje de Cristo incluye esto-; si se llegara a reconocer el valor a lo que hace un pequeñín como a lo que hace un adulto, y que ya está construido con lógica, creo que sería una revolución considerable. El que se comunica con lo que tiene más valor en el mundo es el niño, pero como es pequeño materialmente, débil físicamente, le imponemos la potencia que los fuertes imponen a los débiles. El mensaje revolucionario del siglo XX consiste en decir: el más enfermo que no es agresivo, el más pequeño que no es dañino, que es como es... ése es el más bello.

Hay que invitar a mirar a ese pequeñín, a ese futuro, a ese ser en devenir, no desde el ángulo de la fragilidad y de la debilidad, sino desde el ángulo de lo que tiene de nuevo, de creador, de dinámico y de revelador de sí mismo y de los demás a su contacto también; de los demás que están en vías de crecimiento o de descrecimiento, en estado de salud o de enfermedad desvitalizadora...

En el Manuel à l´usage des enfants qui ont des parents difficiles (de Jeanne Van Brouck) encontramos esta frase: "Los niños son en verdad los únicos que pueden algo para los padres, porque tienen la ventaja  de que no han sido adultos todavía"

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